Carrera Profesional
El concepto de «carrera» tiene que ver con la historia de aprendizaje, exposición, roles, logros y avances profesionales.
Hoy en día involucra movimientos en múltiples compañías, funciones e industrias. Relación de dependencia, free-lance o incluso perseguir ideas como emprendedor. Desarrollo de competencias técnicas (o duras) y competencias de liderazgo (blandas).
Es mucho más específica y concreta que la “misión personal” pero ambas deben (o al menos deberían…) estar íntimamente conectadas para evitar desajustes y frustraciones.
Misión Personal
La misión personal nos brinda claridad sobre lo que queremos hacer con nuestra vida.
Para lograr esa claridad debemos conocernos bien a nosotros mismos. En qué podemos y queremos contribuir, en qué dirección queremos desarrollarnos y cuáles son nuestras creencias, ideales y valores más fundamentales.
A continuación hay que trabajar en lograr la coherencia, consistencias y congruencia con uno mismo.
Entre lo que creo, lo que pienso, lo que siento y lo que digo. Entre lo que quiero ser, lo que quiero hacer y lo que quiero tener.
La misión personal es el núcleo duro de la carrera profesional, eso es correcto, pero también es el núcleo duro y central de toda mi vida.
La misión personal trasciende y va más allá de la carrera profesional afectando a todas las dimensiones vitales.
Cuando, por la razón que sea, la misión personal y la carrera se desconectan entre sí, se suele pagar un costo bastante alto: crisis de sentido, sensación de vacío, contradicción emocional, cansancio, aburrimiento, expectativas no cubiertas, frustración, ansiedad y hasta un burnout.
La carrera profesional es una parte de la misión personal
Porque tiene que ver con el hacer laboral, con la tarea. La carrera profesional cubre muchas horas de actividad a lo largo de toda mi vida y está conectada con muchos aspectos bastante heterogéneos que se intersectan (si tengo suerte…), por ejemplo:
- Carácter, tipo de personalidad y estilo
- Intereses
- Fortalezas y habilidades
- Preferencias geográficas
- Idiomas y capacidad multicultural
- Preferencias de ambiente social de trabajo y cultura
- Velocidad para aprender
- Flexibilidad para adaptarse a los cambios
- Capacidades Técnicas
- Capacidades para gestionar personas, equipos y emociones (EQ)
- Capacidad política y para crear redes (networking)
- Resiliencia y capacidad para manejar la presión y el estrés
- Expectativas de aprendizaje y desarrollo
- Expectativas de crecimiento salarial
- Expectativas de crecimiento del nivel de responsabilidad
- Expectativas de crecimiento del nivel de exposición política
¿Por qué se mezclan aquí «capacidades» con «expectativas»?
Porque ese es el nombre del juego en materia de desarrollo de carrera. Tanto de parte del empleado como de parte de la compañía, hay capacidades duras y muy concretas mezcladas con toda una serie de expectativas (propias y ajenas) que operan en una danza muy compleja.
La carrera es una dinámica entre las capacidades que uno tiene realmente, las capacidades que uno cree que tiene, lo que uno quiere lograr, lo que la compañía puede ofrecer y lo que la compañía -a través de sus gerentes- percibe acerca del empleado en un momento dado. Esto se conoce bajo el enigmático nombre de «potencial» e incluye distintas cosas como el liderazgo, la influencia, el desempeño, resultados obtenidos, velocidad de aprendizaje, capacidades y competencias, actitud, barreras, brechas de desarrollo, sponsors, red de soporte político, etc.
Lo que es y lo que parece ser, lo que se ve y lo que se ve menos, lo que se vende (auto-marketing), y lo que no se vende…son parte de todas las decisiones de carrera. Cuanto más alto el nivel, mayor es la influencia de aspectos intangibles, políticos y etéreos, que se entremezclan en las decisiones de carrera.
Muchas herramientas de desarrollo de carrera procuran hacer el proceso lo más «objetivo», consensuado, cuantitativo y formal que sea posible, pero todos sabemos bien que los resultados de estos procesos dependen de los seres humanos que hay detrás.
Cuando las cosas se dan como nosotros queremos, pensamos que el sistema funciona bien. Cuando las cosas se dan de un modo diferente a lo que esperábamos, pensamos que el sistema es «injusto» o «está sesgado». Tal es nuestra naturaleza de primates negociando el curso de nuestras vidas con otros primates.
Una cosa es segura: las posiciones atractivas y bien remuneradas son mucho menores en número que la cantidad de gente interesada en ocuparlas (una suerte de principio malthusiano del desarrollo de carrera). Como consecuencia, siempre habrá una mayor cantidad de gente con expectativas frustradas que de gente contenta con la decisión final que se ha tomado. Es un simple hecho estadístico. Curar a los «heridos de carrera» ocupa muchas horas de la vida del profesional de Recursos Humanos.
Todos los que forman parte de este sistema, se comparan entre sí, compiten de manera individualista y anhelan cosas muy parecidas. Las corporaciones lo saben y lo usan en su favor.
No nos equivocamos si decimos que nuestra misión personal dirige el rumbo de nuestras vidas y que la carrera profesional dirige el curso de nuestra evolución en el trabajo o profesión.
La confusión
Los riesgos de la confusión entre ambos dominios son muchos. Las personas que se obsesionan con lograr «el éxito» de una carrera vertical para «llegar a la cima», pueden hacerlo a costa de sacrificar muchos otros aspectos importantes que hacen a la vida (ejercicio, nutrición, descanso, diversión, pareja, familia, afectos, contribución a la comunidad, amigos, vida social, naturaleza, espiritualidad, hobbies, fuentes de inspiración, significado, etc.).
A veces las personas no se dan cuenta que algunas «decisiones de carrera» tienen la capacidad de afectar a todo el conjunto de sus vidas.
¡Eso no debería ocurrir! No debería, pero ocurre.
Por eso hay que -cada tanto- hacer el «test ácido»:
- Cuando mi misión personal se ve muy linda en el papel pero mi agenda solo muestra que vivo en y para mi trabajo…algo hice mal.
- Cuando mis valores y principios se ven como sacados del diario de Abraham Lincoln pero en mi trabajo vivo rodeado gente tóxica…algo hice mal.
- Cuando mi energía, mi entusiasmo y mi compromiso me dan la alarma de que algo no funciona…algo hice mal.
Corregir el rumbo
Para revisar el rumbo y ver qué tan alineada esta mi misión personal con mi carrera profesional puedo usar 3 indicadores:
- Las prioridades que se desprenden de la simple observación de mi agenda y en qué ocupo el grueso de mi tiempo.
- Los valores, la integridad y los comportamientos de las personas que me rodean la mayor parte de mi tiempo.
- Mi estado integral de salud, bienestar y felicidad.
Si necesitas coaching y asesoramiento personalizado en temas relacionados la carrera profesional, la misión personal y el buen balance entre estas dimensiones, contáctanos.
Nota del Lic. Leandro Javier Pérez Surraco