Programa para el Bienestar Laboral

De qué se trata, cómo funciona y porqué funciona

La aceleración del cambio, el excesivo incremento de información, la complejidad de nuestros trabajos, la incertidumbre y el ruido comunicacional, ponen bajo una gran presión al cerebro humano que, en resonancia con ese entorno tan cambiante, hace todo tipo de esfuerzos para mantener su adaptación…de la manera en que puede…

La preocupación, la creciente presión por obtener resultados, los trastornos del sueño, la desconfianza, los conflictos interpersonales, la tensión, comer mal, no tener tiempo para hacer ejercicio, las emociones negativas, el escepticismo, la sensación de sinsentido, la falta de tiempo para sí mismo o para la familia, la frustración, las expectativas de carrera y crecimiento no cumplidas y otros tantos malestares del trabajo y de la vida personal, nos pueden llevar a situaciones muy serias como el burnout, la ansiedad o la depresión.

Todas estas son consecuencias y resonancias del cambio acelerado y del ruido comunicacional en nuestra propia mente. La vertiginosa vida moderna nos pasa factura.

Los cambios nos pueden resultar muy desagradables (adversidades) o pueden ser tan positivos que pasamos a depender de ellos para ser felices.

Nos apegamos mucho a algunas cosas materiales o a ciertas experiencias positivas. Dependemos tanto de ellas para estar bien que desarrollamos ansiedad por el miedo a perderlas.

Etiquetamos afectivamente y juzgamos al cambio desde nuestro propio y particular marco de referencia auto-biográfico. Vemos e interpretamos al mundo desde nuestras vivencias.

Lo que nos produce malestar o lo que amenaza nuestro confort, lo rechazamos y lo evitamos. Lo que incrementa nuestro bienestar, lo deseamos, lo buscamos, lo necesitamos. Hemos creado el gran monstruo dual: deseo-miedo; rechazo-apego.   

Cuando dejamos de sentirnos bien, queremos recuperar ese “bienestar perdido”. Deseamos volver a estar bien. Queremos superar las malas experiencias y dejar atrás las emociones negativas.

Recordamos los momentos felices y reconocemos claramente una brecha entre el antes y el ahora.

Nos comparamos con los distintos estereotipos de “felicidad” que ofrece (o empuja) el mercado publicitario. Miramos perplejos a toda esa gente “siempre sonriente” que se exhibe en las redes sociales. Leemos el artículo de esa revista del corazón que nos prescribe “Las 10 claves indiscutibles de la Felicidad”. Pero nada de todo esto parece quitarnos la sensación de que nuestra vida está por momentos fragmentada o desbalanceada. Que no se corresponde con nuestras propias expectativas…

La Resiliencia es la capacidad de recuperar el bienestar luego de una experiencia “adversa”. Decimos que una persona es resiliente cuando logra sobreponerse a las experiencias negativas o dolorosas y reconstruye su bienestar.

 

La resiliencia y el bienestar están entonces intrínseca e indisolublemente conectados.

Ambos son conceptos sistémicos y emergentes. Esto significa que dependen de una gran cantidad de variables que, si son tomadas por separado, ninguna logra explicar el fenómeno observado como totalidad. Se encuentran muchas correlaciones pero no nexos causales unívocos. Por eso decimos que la resiliencia, el bienestar, la salud o la felicidad, son constructos emergentes a partir de un gran número de variables combinadas.

Explico lo anterior porque cuando uno plantea un programa para desarrollar el bienestar y la resiliencia debería poder explicar cómo funciona y cuáles son sus bases y supuestos fundamentales.

Muchos se preguntan ¿Qué tanto de la resiliencia y el bienestar se puede aprender en un programa?

La respuesta es simple. Hay dos caminos: cambiamos nuestros genes o aprendemos (cambiamos nuestro modo de pensar, sentir y actuar).

Si bien la edición genética está en auge hoy, nuestros genes no se cambian alegremente y a voluntad (al menos no todavía).

Esperar el cambio evolutivo natural del genoma, toma demasiados millones de años…así que no estaremos aquí para ver ese resultado.

Esto nos deja ante el escenario de la transformación personal a través del aprendizaje (o aceptar “las fuerzas inexorables del destino”).

Para quienes no quieren resignarse a “las fuerzas inexorables del destino”, solo nos queda la vía del aprendizaje y la aplicación efectiva de lo aprendido.

El Programa

El Programa para el Desarrollo de la Resiliencia y el Bienestar brinda toda una serie de recursos, herramientas y técnicas que son perfectamente asimilables y convertibles en acción y comportamiento viviente.

En base a la historia y a la situación actual de cada participante, este tendrá distintas necesidades, brechas, intereses, desafíos y prioridades personales.

La batería de recursos y herramientas brindados a lo largo del Programa tendrán entonces una aplicación selectiva en base a las metas individuales de cada participante. Por eso la metáfora de ver este programa como una enorme caja de herramientas es muy útil.

Cambio de Hábitos

El programa consta de una parte introductoria en donde se explica la mecánica de la instalación de nuevos hábitos y cómo lograr la disciplina necesaria para reemplazar los hábitos anteriores. Esta parte del programa le otorga una importancia capital a la acción perseverante, más allá de la comprensión intelectual e incluso de la resonancia emocional con los temas desarrollados.

Es en la ejecución en donde fracasan la mayoría de los programas de aprendizaje y desarrollo, ya que no se llega a sustituir los hábitos anteriores (inconscientes, automáticos y fuertemente anclados) que dirigen gran parte de nuestro repertorio de conductas.

Nos aferramos a lo ya conocido y, luego de un breve período de gran entusiasmo, retornamos con inercia hacia nuestra propia zona de confort.

Conocer y comprender ciertos contenidos, hechos o técnicas, no garantiza el cambio ni el éxito.

Una vez que se supera el enorme desafío de cómo instalar nuevos hábitos, se inicia entonces el viaje del programa a través del “modelo de la resiliencia y el bienestar”.

El Modelo

Este es un modelo visual que consta de ocho dimensiones vitales en donde se encuentran distribuidos todos los recursos personales e inter-personales para desarrollar y sostener la resiliencia, el bienestar y la salud.

El programa está íntegramente basado en evidencia científica. Hay diferentes disciplinas integradas de manera progresiva a lo largo de los módulos: Biología, Medicina, Nutrición, Psicología, Liderazgo, Sociología y Filosofía.

 

En la última dimensión que trata el programa, el participante se vincula con el campo de las creencias, los significados y los valores. Esta parte del programa es, si se quiere, la más profunda e “intangible” ya que presenta algunos contenidos de naturaleza filosófica que trascienden a las ciencias fácticas para acercar al participante a temas como la meditación y su base filosófica budista.

Al mismo tiempo, el participante toma conciencia de que son sus propias creencias, (sean cuales éstas fueran), las que abren o cierran posibilidades en todas las dimensiones del modelo.

Pensar acerca de cómo pensamos abre alternativas muy disruptivas en todas las áreas del programa. Por este motivo, la última unidad potencia todo lo aprendido a lo largo del programa y lo coloca en situación de poder transformar nuestras vidas para que sean más saludables y felices.

Si a nivel personal o bien dentro de tu grupo de trabajo buscas mejorar tu bienestar y tu salud de una manera integral y planificada, puedes escribirnos desde CONTACTO a Bienestar Resiliente.

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