Acuerdos y Consensos

8 billones de personas conviven en este mundo globalizado.

Tanto ciudadanos como empleados defienden acaloradamente sus derechos y libertades individuales. Al mismo tiempo, hay una reticencia por asumir los nuevos deberes y obligaciones que resultan de la propia convivencia, cada vez más cercana, dentro de mega-ciudades, barrios, comunidades, urbanizaciones, consorcios, instituciones o trabajos.

Las reuniones con un gran número de participantes involucrados (sean presenciales o virtuales), son necesarias para discutir, definir, decidir y movilizar cualquier cosa hacia la acción y el resultado.

A la luz de la escala de la participación e involucramiento, resulta imprescindible una revisión de nuestra forma de interactuar colectivamente a la hora de lograr consensos y acuerdos conjuntos para tomar acción.

Tal vez si revisamos la secuencia básica para llegar a los acuerdos colectivos entre seres humanos, pueden surgir nuevas ideas.

OBSERVAR –> COMUNICAR -> CONSENSUAR

  1. Observar y describir lo que creemos ver
  2. Comunicarnos para buscar consensos acerca de lo que vemos como colectivo
  3. Coordinar compromisos para tomar acción conjunta
  1. OBSERVAR Y DESCRIBIR LO QUE CREEMOS VER

Humberto Maturana replicó algunos experimentos previos de Roger Sperry con salamandras (anfibios) en donde rotaba quirúrgicamente uno de los ojos del anfibio en 180 grados, y dejaba el otro ojo intacto pero tapado para forzar la visión con el ojo rotado.

Resultado: el animal extendía su lengua a un punto en el espacio desviado 180 grados respecto a la posición real de la mosca blanco. Es decir había un “error de puntería” correlativo a los grados de rotación cambiados por la cirugía.

Segunda parte del experimento: Se tapa el ojo rotado 180 grados y se descubre el que está intacto (sin intervención quirúrgica). El anfibio veía la mosca, extendía su lengua y atrapaba la presa.

Resultado: “Acierto”. El animal “recupera su puntería normal” y puede ver dónde está la mosca «realmente».  

Como Maturana no solo era un gran biólogo sino también un avezado epistemólogo, se dio cuenta de lo siguiente: el “error”, el “acierto”, la “puntería” y la ubicación “real” de la mosca se manifiestan como fenómeno únicamente en el dominio del sistema nervioso central (SNC) del observador (el propio Maturana en este caso) pero no en el SNC de la salamandra. En rigor, la salamandra extiende su lengua, atrapa o no atrapa… y sigue su devenir en busca de otras moscas.

La visión “normal”, “la buena o la mala puntería”, “el error” o la ubicación “real”, son todas distinciones que aparecen en la descripción del observador, nada de eso ocurre en el SNC del anfibio quien permanece totalmente al margen de estas elaboraciones.       

Mientras tanto, algo muy parecido ocurría en el campo de la psiquiatría: cuando el psiquiatra observaba a sus pacientes hablando solos, el psiquiatra (como observador) no encontraba a ninguna otra persona “allí afuera” conversando con su paciente y describía la situación como “el paciente alucina”, “el paciente es esquizofrénico”.

El sistema nervioso central del paciente (igual que le ocurría a la salamandra) no tenía manera de distinguir entre “ilusión” y “percepción”.

Las ideas de “normalidad” o “anormalidad”, “esquizofrenia” o “cordura” emergen a posteriori y desde la perspectiva y la reformulación en el lenguaje de quien observa al paciente pero no se dan en el propio paciente para quien las personas con quien habla son entidades “reales”.

La moraleja de estas dos historias es que nuestro SNC opera siempre en auto-referencia. Únicamente cuando aparece en escena OTRO observador que realiza OTRA descripción desde su propio operar, distingue -en el lenguaje- lo que llama “la ilusión”, “la alucinación”, “la locura”, “el error de puntería”, “puntos en el espacio a 180 grados del blanco” o  “la anormalidad”.

Tanto el anfibio como el paciente viven siempre en y desde su propia experiencia del vivir, que es la única que les resulta accesible, visible y posible.

Las “incoherencias” entre la conducta del paciente -o del anfibio- y su entorno se producen dentro del marco de la re-formulación que el observador hace acerca de sus observaciones al ver que éstas no encajan con sus propias expectativas.     

En esta parte Uds. se preguntarán ¿Y cómo diablos esto nos va a ayudar a lograr mejores consensos colectivos…?  

Nos ayuda cuando entendemos que ustedes, yo, aquel y ese de allí, vivimos nuestras experiencias del mismo modo que el anfibio y el paciente: solo nos damos cuenta de las limitaciones perceptuales al verlas operando en OTRO ser vivo, y esto ya como OBSERVADORES.

Cada observador cuando hace una descripción, trae un mundo (el suyo propio) a la existencia.

En el mismo momento en que describo a “ESA QUE ESTA ALLI” como: obsesiva, genial, sensible, joven, egoísta, mala persona, integra, mentirosa, gran líder, contadora, maniática, alegre, inspiradora o bipolar. Esa descripción me pertenece en tanto proviene de las correlaciones neuromotoras de mi propio SNC al observar, reformular y explicar en el lenguaje.

No se trata de “una realidad externa a mí” que se está “representando” pasiva, perfecta y unívocamente adentro de mi cabeza. El SNC es un sistema determinado en su estructura y cerrado operacionalmente, es decir trabaja con sus propias correlaciones neuromotoras, y el grado de “correspondencia” con lo que sea que pueda haber “allí afuera” nunca podrá ser conocido por nadie ya que nadie tiene dicho acceso privilegiado.

La “realidad exterior única” que se supone nos contiene como observadores es un principio explicativo. Nosotros solo operamos con cambios internos de/en nuestra propia red neuromotora que (asumimos) co-varian con ciertos cambios del entorno, aquellos que logran gatillar la pequeña y acotada ventana perceptual de alguno de nuestros sentidos. Como el SNC no distingue cuales de sus propios cambios han sido gatillados “internamente” (ilusión) y cuáles no (percepción), puede exhibir conductas que, para el SNC de OTRO observador, resultan “anormales”, “inapropiadas”, “contradictorias”, “incoherentes”, etc.            

2. COMUNICARNOS, PONERNOS DE ACUERDO ACERCA DE LO QUE VEMOS COMO COLECTIVO

Si respiramos profundo, digerimos todo lo anterior y lo asimilamos, esta parte debería fluir con facilidad.

¿Por qué?

Porque comprendo que cada observador presente en la sala trae su propio mundo a la vida con sus distinciones, descripciones y explicaciones. Cada mirada es única y producto de la dinámica histórica de interacciones con nuestro propio entorno (cultura, geografía, idioma, genética, experiencias, estudios, red social, traumas, etc.). Por este motivo, las discusiones se tornan siempre acaloradas y pasionales, porque cada uno ve cosas distintas. 

Nuestras miradas son siempre complementarias. No porque me lo enseñó el facilitador del cursito de trabajo en equipo, sino porque NADIE tiene acceso a ninguna “realidad externa” a sí mismo para verla “tal cual es”.  

Las miradas y las descripciones del mundo no pueden entonces compararse entre sí y luego contrastarse contra “la realidad” para ver quién estaba “más cerca” o “más lejos” de “la verdad”.

Solo podemos conversar y dialogar para ponernos de acuerdo (consensuar) en lo que cada uno observa (primero), y luego, procurar hallar los patrones y las regularidades compartidas con mayor frecuencia por todo el colectivo.

Básicamente, vemos que la humildad tiene naturaleza neurobiológica. Vemos que no hay observadores “privilegiados” que se aproximan más a “la verdad”.

Por todo esto, los consensos acerca de lo que vemos siempre nos tranquilizan. Buscamos comunicar, convencer, influenciar y tener la razón porque cuando mucha gente ve algo parecido la idea de que “entonces es real” cobra fuerza. De allí también el éxito de la estadística y la reproducibilidad a través de múltiples observadores que emplea la ciencia.

Pero cuidado… la ilusión colectiva también suele presentarse (stalinismo, nazismo, maoísmo, terraplanismo, chavismo, teorías conspirativas, sectas, etc.).  

Cuando voy a buscar acuerdos con otros desde mi convicción (certeza) de que lo mío es “verdad” o desde la premisa que yo «veo y entiendo mejor los hechos” que el otro, entonces voy a exigir, presionar, coaccionar, ejercer el poder, ridiculizar, manipular, etc.   

Subjetividad, Relatividad, Perspectiva y Humildad emergen como un continuo resultante de las propias limitaciones del observar de todo ser vivo.

Al entender que somos auto-referentes en nuestro observar, esto nos vuelve más frágiles, vulnerables, parciales y limitados. Lo suficiente como para buscar incluir genuinamente la mirada del otro en la descripción del “mundo”.

La auténtica diversidad de perspectivas resulta ahora una necesidad, en lugar de un simple eslogan progresista.    

Desde la neurobiología de la humildad, el diálogo abierto reemplaza al debate acalorado. La co-creación y la sinergia se vuelven formas de trabajo. Puedo confiar en otros y soy confiable para otros porque nuestras miradas son y serán siempre parciales, metafóricas y relativas a nuestras respectivas biografías.

El gran obstáculo de los acuerdos colectivos y de los consensos es el Ego.

El observador que se enamora de sus propias descripciones del mundo está convencido de que son mejores que las descripciones de los demás, más acertadas, más precisas o más completas. En ese contexto, llegar a un acuerdo grupal se convierte entonces en una pulseada, un juego de poder, un discurso cínico, la búsqueda de argumentos “ganadores”, una competencia por glorificar el valor de lo propio y desacreditar el valor de lo ajeno, una gran batalla de egos.              

3. COORDINAR COMPROMISOS PARA TOMAR ACCIÓN CONJUNTA

En este nivel, necesitamos asumir la superación humilde de las dos etapas anteriores. Pero aparecen nuevos e importantes desafíos.

Comprometerse: Tiene dos partes, por un lado, una implicación personal emocional, y por el otro, una promesa para tomar acción. Es un voto de que voy a hacer todo lo posible, a poner toda mi energía y mi talento, a punto tal que empeño mi palabra y mi credibilidad en ello.

Cuando coordino compromisos en equipo, con muchas otras personas, un factor decisivo es lograr niveles comparables de compromiso, energía y esfuerzo en las distintas personas y tareas involucradas. De lo contrario, algunos miembros del equipo se sentirán defraudados o sentirán que las responsabilidades se han distribuido de manera inequitativa.

Hacer explícitos los acuerdos y las expectativas subyacentes (de tiempo, calidad, cantidad, responsabilidad e intensidad) resulta sano, necesario y transparente cuando el número de personas se incrementa. Todo proyecto bien gestionado, toma cuidado de estos aspectos para evitar malos entendidos y distribuir debidamente las responsabilidades.

La Acción Conjunta es un arte y es una disciplina.

Cuanta más gente involucrada, tanta más disciplina requiere la ejecución.

El término disciplina (utilizado en este contexto) significa hacer lo acordado y según lo acordado, en el tiempo convenido y con determinados estándares. No importa si yo creo que existen muchas otras maneras diferentes de hacerlo, o si me resultan más razonables otros plazos de tiempo.

Los logros de la sociedad del conocimiento se han convertido en su gran mayoría a logros de grandes grupos de personas, trabajo multidisciplinario, mega-proyectos integrados con tecnologías e infraestructuras, diferentes equipos en diferentes geografías tomando partes de un proyecto que será integrado en otra parte.

En esta escala de ejecución y de coordinación, la libertad individual y la creatividad personal pueden verse afectadas y restringidas en favor de la meta del conjunto. A veces esto nos puede costar o nos puede frustrar en el plano personal porque tenemos muchas ideas para proponer. Todo colectivismo termina ejerciendo cierto grado de coacción sobre el individuo, desde el imperativo de las necesidades y las metas del conjunto. La escala socializa tanto las metas como los logros.

Si mi meta es practicar surf, mi coordinación es simple: playa, tabla, traje, movilidad y tiempo.

Pero si necesito construir un portaviones nuclear de 330 m de eslora y equiparlo completamente en 20 meses, entonces se requiere una escala de planificación mucho más detallada y una ejecución impecablemente orquestada entre los equipos involucrados.

Egos y miradas individualistas deberán hacer esfuerzos por adaptarse, flexibilizarse y hasta negarse un poco a sí mismos para lograr la meta del conjunto.

En esta fase de la coordinación de compromisos para la acción conjunta, se fusionan aspectos humanos “blandos” (compromiso, trabajo en equipo, talento, habilidades, energía) con aspectos técnicos “duros” (planificación, comunicación, coordinación de proyecto, tareas, roles y agendas, financiación, métricas, controles, calidad, seguridad, suministros, sistemas, gestión de proveedores y contratistas, etc.).           

EPILOGO

Se plantea la necesidad y urgencia de tomar conciencia, sensibilizar y desplegar acciones consensuadas acordes a nuestra nueva escala y crecimiento.

Preparar y educar a las personas para ser capaces de entenderse mejor, contener sus deseos de expansión egoica, abrirse a dialogar lateralmente para construir consensos y comprometerse a la acción colectiva

Esta es la manera de salir de la crisis actual de divergencia y confrontación que esteriliza las buenas ideas y deja trunca la acción, que muere como intento.

Los individualismos, los partidismos, los nacionalismos, las ideologías, las doctrinas, los modelos económicos y los modelos mentales, son algunas de las barreras que impiden la convergencia y el diálogo.  

La lógica de las relaciones que mantienen con vida al ecosistema difiere de la lógica de la supervivencia individual. Nuestra escala (sociocultural-tecnológica-demográfica-comunicacional) requiere y demanda un modo nuevo de pensar, un pensar ligero de “verdades”, ligero de “realidades”, ligero de egos y de “hechos irrefutables”. Un modo de pensar humilde.   

Nota del Lic. Leandro Javier Pérez Surraco

Si crees que tu o tu equipo de trabajo tienen dificultades para lograr acuerdos, consensos y compromisos para la acción, escríbenos a CONTACTO Bienestar Resiliente. Podemos ayudar !

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